
Sus 113 minutos transmiten enseñanzas de vida, gozo por la belleza de los cerezos en flor, el saludo del viento y de la luna como testigo de los cambios que en los personajes producirá la sencillez profunda de una anciana.


Un triste cocinero y vendedor de pasteles ve cada día como baja su clientela por un producto que no tiene el espíritu que debe tener. Su empleo se vuelve una carga y su rostro transmite insatisfacción.
En esta situación, se presenta ante la vacante para un puesto de trabajo como ayudante, una anciana que no encuadra en su perfil, pero que la empleará por el sabor que le imprime a su dulce (An).
Allí comienza esta relación y allí el cocinero comienza a buscar y a descubrir el sentido de cada cosa.

Magnífico film, el espectador finalizará saciado y feliz ante una entrega de esta magnitud. El film será parte de aquellas películas que formarán parte de las respuestas y cuestionamientos que el hombre se realiza. Hay que verla.
"Hemos nacido en este mundo para verlo y para escucharlo. No importa en qué nos convirtamos. En nosotros, en cada uno de nosotros, hay una vida que tiene un significado"
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