Película surcoreana para espectadores con conocimiento de las obras del director vanguardista Kim Ki Duc, dado que estos podrán interpretar sus metáforas y desgranar en cada escena lo abstracro de las imagenes, siendo este el mejor lenguaje utilizado en el film. Resulta altamente valorable que su principal protagonista sin emitir palabra alguna durante los 95 minutos del film logre transmitir su personaje y el seguimiento de la historia, aunque está particularidad dificulta la interpretación de varias escenas.
Tae suk disfruta el ingresar a viviendas donde sus moradores se encuentran ausentes, no es una necesidad es un deseo. Intentará pasar una noche como la pasaría su dueño: vestirá y comerá como él, dejando todo ordenado, si hay ropa sucia la lavará y si algo no funciona lo arreglará. A estas actitudes se irán sumando otras que cuestionarán la realidad ingresando en lo imaginativo, en lo irreal, en lo deseado. Su director dirá sobre el film: "es dificil saber si el mundo que vivimos es sueño o realidad".
Tae suk ingresa en hogares vaciós buscando lo que no posee porque el también está vacío y se enamorará de Sun hwa, esposa maltratada que la encuentrará en uno de sus hogares donde deambula cada noche, porque ella también esta vacía.
Hay tres etapas en el film: el protagonista y sus ingresos a los hogares vacios, el encuentro y relación con su amante y la liberación de ambos de sus estados anteriores.
Un film valioso, abstracto, con el lenguaje propio de Kim Ki Duc, pero no por ello vacio e incomprensible. Deja varios mensajes flotando en el espectador, en su razonamiento, en especial a través de sus imágenes y de sus silencios. Pensar en que su protagonista no hable ya de por si invita a descubrir la mano del director para transmitir todo lo que dice a través de sus miradas, de sus gestos y en especial del clima que logra el film.
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