
Uno se siente trasladado al sentir más profundo del cine y de la literatura.
Un film que abarca a todo espectador cualquiera sea su edad, que lentamente
va generando un clima atrapante, con una fotografía opaca, a veces difusa,
predominando los sepias característicos de comienzos del siglo pasado.



Un film que enarbola la magia del cine y que sienta en primera fila a George
Mèliés, cineasta del 1900 que se propuso cristalizar los sueños que tenía la
gente, la esencia del cine.... ver en imágenes lo que imagino, lo que imaginan,
convertir tantos sueños en realidad.
Y a un huérfano en busca de su camino, de un mensaje que apuesta a que le dará
sentido a su vida. Dos vidas que necesitan de piezas para completarse, de vacíos
que deben llenarse.

Quizás hubiera faltado decir algo más sobre el final de Mèliés, (aunque si quería competir por el Oscar… hubiera sido difícil que se lo permitieran): Mèliés quiso presentar su conocida película "Viaje a la Luna" en los Estado Unidos y técnicos de Edison realizaron copias de la misma distribuyéndolas en todo el país sin que Mèliés recibiera pago por su creación, esto en medio de una crisis económica europea que no daba lugar al arte.
Solo la película relaciona el final de Mèliés con la crisis económica de la
Primera Guerra que sin dudas también fue influyente en su situación económica.
Palpar tristemente como el celuloide de su obra era utilizado para la fabricación
de suelas para calzados denota que no había mas espacio para los sueños o quizas los sueños comenzaron a ser otros.
Hoy en nuestra columna de cine del programa radial "Con banderas en la Voz" por www.fmimagenlaprida.com.ar
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