A esta realidad de muchos años de trabajo en la
familia, se suma su rol de segunda madre, ante un hijo que le reconoce
afectuosamente como tal.
El argumento enfatiza continuamente esta
diferenciación de clases, de privilegios, de permisos, de códigos establecidos
y mostrando como normal un trato, no despreciativo, pero si marginal.
Esta relación entra en crisis cuando luego de
13 años de que la empleada no ve a su hija, esta viaja desde el interior de
Brasil hacia la gran ciudad a fin de rendir el ingreso a la facultad,
privilegio que en este país post Lula, dejó de estar limitado a los pudientes,
para abrirse a todos.
Esta joven entiende el trabajo de su madre,
pero no su sumisión, como tampoco respetará los códigos patronales, rompiéndolos
espontáneamente como algo lógico, como algo normal.
El film posee limitaciones de imagen, de banda
sonora y de algunas actuaciones, pero posee la virtud de mostrar un tema en
forma amena y divertida, en una sociedad con historia de esclavitud, que aún
posee rasgos que la confirman.
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