La
intensidad y la extensión del film (150 minutos) requieren una predisposición
para ver un film de algo de conocimiento histórico y del tiempo necesario para
leer (recomiendo traducida) los continuos diálogos que se presentan.
El film
nos presenta un fiel testimonio del final de la guerra de secesión y la
abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, con un Lincoln bajado del
pedestal de héroe en medio de la intensa negociación con el poder legislativo y
su entorno.
Se
reduce bastante la propaganda yanqui y no molestan las apariciones
nacionalistas, dado que no dejan de ser parte de la lógica en la fundación de
un estado.
La
ambientación de época es excelente y hasta se filtran los colores fuertes en la
pantalla para trasladarnos a ser espectadores de momentos cruciales en la
historia de ese país, que gracias al resultado de la guerra, lo lleva hacia un
camino industrializado, contrario a lo sucedido en el nuestro.
Es para
recomendar este film a todos aquellos “políticos” que intentar presentar su
gestión como una antipolítica, donde pretenden dejar de lado las disputas, las
chicanas y los caminos “no tan santos” para llegar al objetivo.
Lincoln
muestra su perfil de hombre sereno, reflexivo, campesino, pero con la
suficiente “muñeca” política para lograr objetivos que consideraba beneficiosos
para el lanzamiento de un país distinto, para una potencia mundial (aunque me
cueste escribirlo).
Una
clase de ciencia política, con sus estrategias, métodos y logros… así también
con finales que marcan a verdaderos gestores de hechos históricos.
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