La profundidad y la sencillez
visten elementos existenciales, preguntas esenciales que, algunos se
preguntaron alguna vez y otros aún siguen buscando su respuesta. La profundidad
que solo ven los que no están distraídos en ver y el lenguaje que ronda como
halo espiritual en derredor de cada ser.
Las voces, el silencio, la música,
el rostro de los seres que transitan el film (aún la misma perra) están
cuidadosamente organizados para crear un clima de preguntas, enigmas, mensajes,
comunicación con el “algo mas” que para algunos es solo poesía, para otros retórica
vacía y para algunos el misterio a develar en estos instantes que dura la vida.
Un bello espacio del interior que
se cristaliza en algunos minutos en la pantalla: el perdón, la ayuda a los demás,
la compasión, son trabajados como elementos primordiales para construir el
pequeño milagro de saber donde uno vive: acá, allá.
Si ese pequeño, simple y por ello
trascendental, es ser parte del estar aquí y ahora o de otro momento que habrá
que seguir buscando.
La búsqueda profunda, la búsqueda
existencial, la sencilla búsqueda de saber quién soy, que son los demás y de
lograr serlo siendo con la felicidad de los otros.
Y disfrutar el magnífico instante de música de Alesandro Marcello, hay que aceptar que hay gente que está más allá y crea la belleza.
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