Observar, analizar la mente humana en una pantalla, desequilibra y hasta genera cierto malestar por no llegar a entender de manera clara y específica, cada momento, cada imagen que se presentará en estos 91 minutos intrigantes.
Un investigador
privado debe ingresar a la vida de otros y mediante la filmación de sus
acciones debe brindar un informe sobre lo que le es requerido averiguar.
Hasta que sucede
lo inesperado, y el que observa comenzará a ser
observado, pero no de la misma manera que el lo hacía.
Este film suizo no nos
dejará con una simple observación de los hechos y comenzarán a entrelazarse
diversas realidades y desde la reciente muerte del padre del investigador, se
sumarán vecinos, personas filmadas, realidades internas y externas entrarán en
un combate por una búsqueda de vida, por una salida y por un encuentro.
Digna de verse y
observarse, porque es una película que permanentemente mira, reproduce, construye
diversas realidades. Entran en duelo la búsqueda de la vida, del encuentro, de
la felicidad y la permanencia en el ostracismo, en el aislamiento social, en
los duelos irrealizados, en la muerte.
Nada le falta
para lograr el objetivo: cuestiona, atrapa, genera incertidumbre y hasta el
final mantendrá al espectador deseando que los protagonistas logren su
encuentro.
Pero también
podrá suceder que ante una primera lectura queden muchas escenas, temas y hasta
el sentido mismo del film, desparramados, sin poder hilarse entre sí. Pero hay
que observarla desde ojos que miran hacia fuera, pero también los que miran
hacia adentro, reflejando en escenas las interioridades y las situaciones sicológicas
desde nuestra mente y nuestros sentimientos. Los duelos no son solo externos.
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