Treinta años después aún sigue proponiendo en
el espectador el aire cautivador de lo incierto, de lo oculto, de lo que vive
asombrosamente en el interior de cada uno y solo en algunos puede traducirse
por medio de signos que no todos pueden interpretar.
Un film que marcó un hito entre tantos que
vimos en esta cinta ese paralelismo entre lo racional y lo incomprensible, esa
mínima distancia entre la cordura y la locura.
Es apasionante palpitar después de tantos años
que nunca se saldará esas dudas existenciales, ese pensar que no siempre lo
lógico será lo que brinde la respuesta y seguir alimentando que detrás de cada
ser hay un misterio y que en algunos se expresa con un magnetismo tal, que hace
pensar en algo mas, en algo que supera el entendimiento.
Desde un argumento simple y no por ello
profundo, un individuo llega a un neuropsiquiátrico del mas allá, con la misión
de estudiar a los habitantes. Su relación con su médico y los demás pacientes
serán los temas que darán forma a una trama donde el espectador será testigo y
lo obligará a sentir lo que cada actor manifiesta.
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