Una película en mayúscula, un homenaje en
síntesis a todo el cine italiano que vive y late dentro de cada instante de La
grande belleza (o La inmensa belleza).
Una fuerte crítica a la burguesía romana que nuclea
a un sinnúmero de personas que viven padeciendo el vacío existencial, en una
ciudad como Roma, que por donde se mire transmite arte, mística, gloria (muchas
veces presentada en decadencia).
Personas que se entrecruzan, que se relacionan
en espacios y tiempos efímeros que invalidan permanencia, continuidad de
relaciones y así como una fiesta, que inicia y termina, se muestran los
personajes del film.
Jep Gambardella (Toni Servillo) es periodista y
se sostiene en la fama por haber escrito solo un libro y sin poder dar
respuestas del porque no continúa escribiendo. El protagonista vive sumergido
en un mundo efímero aunque siempre atento a un mas allá que de otras
respuestas. Varias veces ese espacio de búsqueda se relaciona con lo místico,
en especial cuando recibe en su casa a “la santita”, una religiosa con rostro
de estar en dos mundos, abstraída, enigmática, profunda, que muestra con sus
silencios, una inmensa lejanía de lo que vive Jep y su gente.
Sus 160 minutos requieren de un espectador
paciente, reflexivo y buscador de signos que se cristalizan en imágenes que se
concatenan vertiginosamente, algunas veces incomprensibles y que invitan a que
el film sea visto mas de una vez, dado que el espectador palpa que hay un
mensaje y que el mismo necesita abordaje, tiempo y reflexión.
Film profundo, al estilo italiano, con
reminiscencias fellinianas en su director Paolo Sorrentino y que se valoriza con sentidas y profesionales
actuaciones, excelentes imágenes y un sonido que amerita una alta calidad de
reproducción.
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