En una obra simple y profunda Kieslowski prosigue con su decálogo dándole una vuelta de rosca a los mandamientos de Moisés, ahora ingresa en el difícil terreno de la moral relacionada a la paternidad y nos presenta esta relación sobre el análisis de ¿quién es mi padre? ¿debe ser exclusivamente mi progenitor?, ¿puede ser mi padre aquel que solo me ha criado?.
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La profundidad no pierde lugar pese a lo breve del relato, porque es esencial, sin lagunas, sin vacíos, intenso, continuo y que forma parte consiente o inconsciente de todo ser humano.
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