El tercer decálogo “santificarás las fiestas”
nos presenta el contraste entre Navidades en soledad y en familia. Interpela
sobre la forma en que las personas cumplen o deben cumplir este tercer
mandamiento bíblico.
El film moviliza hacia la comparación, hacia la
forma, hacia el sentido profundo de un mandato: ¿se deberá estar en familia en
la Navidad o estar dispuesto a pasarla con aquel que padece?.
Profundiza más esta decisión planteando el
estar con aquel que no se quisiera estar o que puede producir en mí y en mi
familia situaciones no queridas que pueden llevar a dar pasos que no podrán
volverse hacia atrás.
Una audaz propuesta para humanizar este
mandamiento, dejar de pensarlo en forma exclusiva hacia la conmemoración de lo
divino como atributo exclusivo de Dios a mostrar la divinidad en cada ser humano
que se nos cruza en el camino.
(Un borracho con un árbol de Navidad anda
buscando una casa e interpela al espectador, ¿será tu casa la que busca porque
no tiene donde pasar la Navidad?)
Comienzan pautadamente a presentarse en el film
personajes de “mandamientos” anteriores, mostrándose en este al padre que
pierde al hijo en el río, (y que seguramente pasará la Navidad en soledad y sin
su hijo), así como la continua presencia de la personificación de la muerte
(chofer del metro).
La obra del Decálogo se va formando, se va
construyendo y va mostrando la tan necesaria humanización de lo que fue escrito
en piedra.
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